Ya no confío en mi propio juicio.

Hace tanto que no escribo, que ya ni siquiera recuerdo por que deje de hacerlo. Lo que sí recuerdo, es que nunca ponía el título primero, pero últimamente he repetido tanto la frase que precede esto, que parecía apropiado.

Estoy luchando con los modos de antaño. Todo debe ser calculado, entendido, planeado hasta en el más mínimo detalle para ocurrir, esas ideas ya no parecen mías, y sin embargo ahí están. «Tienes que dejar de pensar tanto, te está haciendo daño» me dijo, casi como quien pide que no imagines un elefante rosa.

(…)