Uno simplemente no quiere aprender…

Cuando era adolescente me enamoré perdidamente de una compañera que solo me pelaba para mencionar un ocasional «Me das permiso, voy a pasar»,  más achicado que liliputiense procedía a moverme sin emitir sonido… parece que la vida a cambiado poco, pero en fin, ese es otro asunto.

La cuestión es que los plumones, plumas o cualquier cosa que me permitiera escribir, no me alcanzaban para garabatear su nombre en cuanta superficie se me atravesara en la vida, desde butacas hasta colchones (si, lo sé) este vicio solo lo quito la separación medida en escuelas de distancia (Escuela secundaria, rompiendo amores eternos desde tiempos inmemoriales) y el placebo de secretamente esconder su nombre en el garabato que emulaba una firma(por que uno de adolescente firma muchos documentos importantes, claro esta). Siempre he tenido la manía y gusto por esconder pequeños detalles con significado en todo lo que hago, en proyectos, en ilustraciones (en blogs).

A pesar de la separación, estaba convencido del amor que profesaba; esta completa infatuación por la señorita en cuestión dio como resultado que cuando la encontre un año después, ya había planeado nuestra vida juntos, el nombre de nuestros hijos y había aceptado que los apellidos Rodríguez Rojas no sonaban del todo mal juntos… los niños lo agradecerían cuando pasaran lista (ustedes saben, hay cada apellido lamentable).

Esta vez la amistad nació, éramos pocos alumnos en una nueva escuela así que fue casi automático, (que se quisiera comer con los ojos a mi mejor amigo no tuvo nada que ver, en serio) cuando todo el universo parecia estar uniendo todo a mi favor, ¡ZAZ! sucedió  la vida… no entraré en detalles por salud mental, pero al enterarse ella de la enajenación que por su causa estaba yo pasando, imagino pensó «¿Que es lo más humano por hacer? ¡claro! friendzone, y lo rematamos con «me gusta tu amigo»…es por su propio bien, lo superara».

Debido a que su nombre seguía garabateado en muchas de mis pertenencias (escondido no tan bien aparentemente), fue un primer tópico para iniciar la que después sería una trágica platica, tiene un nombre tan poco usual que extrañamente no ayudo que defendiera mi caso con una tartamudeante frase como «es otra persona, no tu» (si lo se, no se me ocurrió nada mejor,¡tenía 14 años POR DIOS!).

Y sí, con los años, lo superé, terminé notando eso que uno nota cuando crece, sobre sus amores irracionales e infantiles, y encontre en los años siguientes, a alguien a quien amé mucho más sin las malas pasadas de la mente y  la inmadurez (bueno…quizá no del todo).

Por cuestiones tan estúpidas como tristes la perdí, pero he empezado a garabatear y esconder su nombre… La verdad es que no puedo esperar a tener que darle un explicación de porque lo hago, para volverla a tenerla de frente, aunque sea solo para pedirme que deje de hacerlo, que me quiere solo como amigo.

Deja un comentario